La vocación de la Fuerza del Pueblo
Por: Nelson Encarnación
Existe la errónea percepción entre algunos hacedores de opinión política en la República Dominicana de que el partido Fuerza del Pueblo (FP) es una organización que nació para una coyuntura electoral específica y que, como tal, su permanencia será efímera.
Muchos de ellos lo atribuyen a que supuestamente la formación es fruto de una rabieta de Leonel Fernández a raíz de no haber ganado las primarias peledeístas del 6 de octubre del pasado año.
Quienes tienen esa visión tan desenfocada, primeramente quieren pasar por alto que la salida de Leonel del Partido de la Liberación Dominicana no fue producto de una “rabieta” sino la culminación de un memorial de agravios, un conjunto de situaciones acumuladas que hicieron explosión ese día.
Y “segundamente”—como diría Cantinflas—, y en conexión con la anterior, llega un momento en que la ruptura se hace casi vital, razón por la cual se impone cortar por lo supuestamente sano como un mero instinto de conservación.
Vamos al grano. La Fuerza del Pueblo es una organización, insisto, que nació en medio de una coyuntura electoral que le ha consumido sus primeros esfuerzos, pero su permanencia en el tiempo es el fin principal, pues rebasada la circunstancia se concentrará en su real construcción.
Esto sin importar cuál sea el resultado final de los comicios del domingo. Aun cuando ganase el proceso—que sería lo saludable—tendrá por delante una tarea que no le resultará muy difícil llevar a cabo, puesto que cuenta con el líder de más amplia visión y del pensamiento de más largo alcance.
Como análisis se puede columbrar que el surgimiento de la FP ha sido hasta cierto punto saludable, pues ha venido a oxigenar el ecosistema partidario, cuya asfixiante existencia se percibe a leguas, situación agravada cada minuto por las tropelías que cometen el PLD y su Gobierno, para quienes “se hace lo que conviene” aun no beneficie al país.
El cansancio con esa forma ramplona de hacer política es lo que ha conducido al estadio actual de desazón de millones de dominicanos para quienes resulta una salida pedir “que venga cualquier cosa”, un desahogo colectivo que se abre como el hueco de la democracia por donde se cuelan los aventureros ya conocidos en otras latitudes.
Haber conducido la nación hasta el umbral del convencimiento social de que “esto se jodió comoquiera” será una funesta herencia del Gobierno de Danilo Medina, por lo que reconstruir la esperanza costará un gran esfuerzo.
Allí estará la fertilidad de la FP, dirigida por un hombre experimentado que tendrá la suerte de fortalecer una organización con un campo abierto en cualquier escenario. Mientras, votar por Leonel es fundamental ahora.
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