El lamento gitano del PLD
Por: Nelson Encarnación
Los peledeístas de la cumbre andan perdidos en la bruma buscando en Leonel Fernández la culpa de su desgracia electoral del pasado julio, en un vano empeño por arrojar sobre el expresidente de la República a las masas que la ambición de esa cúpula dejó abandonada en el desierto.
Vayamos por parte, como Jack el Destripador. Leonel se fue del Partido de la Liberación Dominicana con un tiempo más que suficiente como para que la cúpula pudiera recomponer la organización y dar la pelea electoral.
Por lo demás, el discurso retumba en muchos oídos: “Leonel se llevó un grupito insignificante”, decían voz en cuello. Luego, un grupito no podía provocar la derrota de una maquinaria electoral tan poderosa.
El asunto fue más lejos: “El PLD gana con Leonel o sin Leonel”. Estaban envueltos en una burbuja donde sólo cabía su propio ego.
Uno de la dirigencia rancia, probablemente el más agresivo y beligerante—por coincidencia el más llorón de estos días—en un momento vociferó en algún lugar: “Los leonelistas se irán yendo chin a chin para allantar”.
Este directivo, no dirigente, que nunca en su larga vida en el PLD ha sacado un voto, es de los más activos acusadores de Leonel como supuesto responsable de que, entre muchos otros, él salga de la posición pública que ocupa hace ocho años.
En su insondable laberinto de remordimientos reprimidos parecen remontarse a dos de los versos más citados del Don Juan Tenorio, un recurso perfecto para saltarse la valla y, sobre todo, en el caso presente, una inútil forma de no darle la cara a la base peledeísta que empieza a reclamarles.
“Clamé al cielo, y no me oyó.
Mas, si sus puertas me cierra,
de mis pasos en la Tierra
responda el cielo, no yo.”
Es decir, que la cúpula atornillada del PLD no tendrá ninguna carga emocional visible por la derrota que sufriera ese partido, sino que otros deben responder por su conducta como si el traspaso de responsabilidades fuese tan sencillo como culpar al cielo.
Nótese que la narrativa se construye siguiendo un hilo que conduce a responsabilizar a sus víctimas de lo que sucedió el cinco de julio.
Y aquí volvemos a José Zorrilla en otro de sus versos, porque resulta que las víctimas del seis de octubre tenían que soportar estoicamente lo que sucedió sin tomar ninguna reacción.
No podéis quejar de mí
vosotros a quien maté,
si buena vida os quité,
mejor sepultura os di.
En esa aún no estudiada conducta de la dirigencia máxima del PLD haber dado un oportuno portazo e irse con su música a otro lado hace de Leonel Fernández un villano.
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