En su discurso previo a las reuniones de primavera del FMI y
el Grupo del Banco Mundial (BM) que se celebran la semana que viene en
Washington, Georgieva adelantó también que el Informe de Perspectivas del
organismo que dirige y que se publicará el martes mostrará “aumentos en las
previsiones de inflación para algunos países” debido a las disputas
arancelarias.
“La volatilidad de los mercados financieros ha aumentado. Y
la incertidumbre en torno a la política comercial es descomunal”, advirtió la
economista búlgara en el arranque de su intervención, en la que subrayó que la
resiliencia global “se está poniendo a prueba de nuevo con la reconfiguración
del sistema comercial mundial”.
“En gran medida, lo que estamos observando es el resultado de
una erosión de la confianza: la confianza en el sistema internacional y la
confianza entre países”, apuntó Georgieva con respecto a la percepción negativa
y de desigualdad que ha dejado la globalización en diferentes países y
estratos.
La necesidad de que los estados antepongan la
autosuficiencia, especialmente en lo que compete a los sectores industriales y
manufactureros, está resurgiendo apoyada sobre crecientes preocupaciones sobre
seguridad nacional.
Georgieva indicó que “la respuesta corta” con respecto a las
consecuencias de estos desarrollos es que “son significativas” y enumeró
varias, empezando por el hecho de que “cuanto más persista la incertidumbre”
con respecto a las erráticas ofensivas arancelarias activadas por Washington
“mayor será el coste” para las economías, con costosos retrasos en las
decisiones que atañen, por ejemplo, a la inversión.
La directora gerente también quiso recordar que, al tratarse
de barreras al comercio, los aranceles tienden a minar el crecimiento, y señaló
que “lleva tiempo” lograr que cristalicen los procesos de relocalización
empresarial, uno de las metas que el Gobierno de Donald Trump ha dicho que
persigue con su guerra comercial.
“El proteccionismo erosiona la productividad a largo plazo,
especialmente en las economías más pequeñas”, añadió Georgieva, que advirtió
del riesgo colateral de que muchos mercados acaben inundados con bienes
procedentes de flujos comerciales desviados a causa de las tiranteces entre
potencias, como se teme que pueda suceder con las importaciones chinas.
En lo que respecta a sus recomendaciones para encarar la
actual situación, la economista advirtió de partida que “las economías afrontan
los nuevos desafíos desde una posición inicial más débil, con una carga de
deuda pública mucho mayor que la de hace tan solo unos años”.
Por ello, la mayoría deberían “tomar medidas fiscales
decisivas para reconstruir su margen de maniobra”, y en el caso de aquellos con
pasivos “insostenibles” sería recomendable en algunos casos el “tomar la
difícil decisión de optar por una reestructuración de deuda”.
También recomendó a las economías emergentes que preserven
“la flexibilidad de los tipos de cambio a modo de amortiguador” y, en general,
consideró que los estados “deberían volver a centrarse en los desequilibrios
macroeconómicos internos y externos”.
A efectos prácticos, Georgieva aglutinó recomendaciones para
las tres mayores economías del mundo y situó la prioridad de China en la
necesidad de impulsar y reavivar su debilitado consumo privado, mientras que
puso el acento en la necesidad de reducir progresivamente la deuda pública
estadounidense.
En el caso de la Unión Europea (UE), la lista de prioridades
fue algo más amplia: “Europa necesita una unión bancaria. Europa necesita una
unión del mercado de capitales. Y Europa necesita menos restricciones al
comercio interno de servicios”, afirmó.
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